sábado, 28 de abril de 2012

Todo fueron sueños



No sé si aún me recuerdas como en aquel frío día de invierno, en esa fuente donde pasábamos tantas y tantas tardes. Sé que hubo un hueco infinito para mí en el pozo de tu alma, sé que me amaste con ese amor intratable, incalificable entre muchos. Sé que en parte, lo sigues haciendo.
Recapitula tu vida, rebobina un poco el CD… Yo te haré recordar. ¿Me ves? Yo sigo siendo la misma… La chica que odia su pelo rizo, sus ojos pequeños y caídos pero a la que le encantan sus labios… Soy la que sueña por el día y vive por la noche. Soy la chica a la que hiciste dichosa, más feliz que ninguna otra. Soy esa a la que le prometiste el mundo, con la que viviste en el paraíso, con la que hablabas de un futuro juntos. ¿Recuerdas a nuestros hijos? Hablábamos de tener cuatro y yo repugnaba esa idea, me parecían tantos… Siempre decías que iban a ser preciosos, como su madre. Decías que viviríamos lejos de aquí, que huiríamos juntos de esta pequeña ciudad por que se nos quedaba corta para nuestros sueños. Quizá nos equivocamos entre tantas promesas y besos. Fabricamos miles de eternos momentos, que ahora, están suspendidos en la nada. ¿Recuerdas? Queríamos sumar días y días y poner un ocho tumbado en nuestras vidas. ¿Nuestro pasado? No tuvo ninguna pega. Éramos distintos, pero encajábamos bien. Tú pasabas las tardes escribiendo para mí mientras que yo bebía cafés para esperarte cuando el sol durmiera y decirte lo malo que había sido el día sin abrazarte. Nos mimamos mucho. Cuando discutíamos lo hacíamos únicamente para buscar la mejor reconciliación y besarnos bajo la peor de las lluvias.
Intentamos envejecer juntos, echarnos de menos día si y día también, pero nos quedamos a medias. Las promesas de amor eterno nunca se cumplen, acaban por adversas circunstancias o por que la muerte decide hacer una visita, así son las cosas, no hay finales felices.
Ahora, aquí seguimos, jugando a hacernos daño, intentando conseguir algo que aún no sé.  Nuestra muralla se rompió, seguro que era de cristal, como yo. Tú destruiste lo que tuvimos, la magia en la que queríamos vivir, tú decidiste no seguir luchando. Quizá yo siempre esté aquí, mirando, observando poco a poco, pero quizá en un tiempo ya sea demasiado tarde. Tú destruiste al hombre del que me enamoré, al que sigo amando. 

2 comentarios:

  1. Y lo peor de esta entrada es que es algo que suele pasar... promesas y más promesas, suspendidas en el aire, pero que al final se caen porque pesan demasiado y no hay nada fiable que las sujete. Me ha gustado mucho, tu forma de escribir es simplemente exquisita. Besos preciosa =)

    http://leyendasveladas.blogspot.com.es/

    ResponderEliminar
  2. Tienes un don para escribir que emociona a todo leyente, eres increíble cariño felicidades ♥ un beso enorme desde
    http://cotidianosquesehacenespeciales.blogspot.com.es

    ResponderEliminar