Habían
pasado dos fríos lustros desde la última vez que mis zapatos habían tocado ese
lugar. No sé por que no había vuelto, supongo que un día el miedo me hizo una
visita y nunca luché contra él, pero sobrevivía y con eso me llegaba. Me
conformaba con los más mínimos detalles, aunque me costara sonreír. Decidí
volver a la ciudad donde nací, donde descubrí el amor, donde le conocí cuando
aún era una niña que creía en promesas absurdas.
El olor
de sus calles me recordó a esa juventud tan frágil que viví, entre cigarrillos
a escondidas, canciones melancólicas y risas con esa gente que me dio la vida
que otros me quitaron. Pasé por delante de aquel edificio, prácticamente ya en
ruinas y con aspecto anciano, que quizá lo único que deseaba ya, era morir.
Sorprendentemente me acordé de la entrada por donde él y yo nos colamos tantas
y tantas veces. El olor que se percibía en esos despojos rozaba la peste, pero
aun así continué mi aventura de recuerdos.
Finalmente
lo vi, quedé inundada en un mar de duras memorias. Estaba encerrada en un pozo,
entre piedras talladas por recuerdos que
mataban mi destruida alma… Y es que la vida había sido mala conmigo, no me
había sabido dar lo que yo deseaba, que no era tanto. Vi la habitación, la
pared donde nuestras iniciales estaban fijadas por el fuego. Pensábamos que al
haberlo echo con eso, con el mayor de los calores, nuestro amor jamás lograría
ser destruido o quemado. De aquella, no era tan difícil soñar. Toqué todos los
muros de lo que algún día hubiera sido nuestro hogar. Sólo teníamos diecisiete
años cuando decidimos emprendernos en
las hazañas del amor y soñar a que estaríamos siempre juntos. Llevaba
nueve años sin entrar en ese piso pero nada había cambiado. Él y yo dejamos
nuestro rastro ahí y por muchas décadas que volaran siempre lo recordaría. Al
estar ahí dentro comprendí al fin que lo había amado de verdad, que nuestra
relación había sido corta pero con millones de recuerdos. Salí con el corazón
en un puño y los ojos lluviosos. Quizá siempre sería así, quizá siempre le
querría.
Nada
había cambiado dentro de mí, tampoco en esa ciudad, nuestro recuerdo seguía caminando por sus avenidas.
Ya sabes lo que pienso, una vez más me has hecho estremecer con tus palabras, sigue así cariño, no olvides avisarme porque no pienso dejar de leer tu blog:) Cada día me sorprendes más
ResponderEliminarun beso guapísima! Desde cotidianos♥
QUÉ PRECIOSIDAD, como siempre, sin palabras.
ResponderEliminarme has dejado sin palabras, literalmente( siento repetir la msima expresion que la otra chica, pero es que es verdad jaja) vaya! lo escribes tu noe? es increible, me he metido de lleno en la escena y casi podia sentir lo mismo que la protagonista...en resumen un relato precioso, espero leer mas como este, asi que me quedo por aqui siguiendote guapa:) un beso desde
ResponderEliminarwww.sindromedelacrudarealidad.blogspot.com.es/
Muchas gracias a todas :) Sí, lo he escrito yo en su totalidad. Me alegro de que os halla gustado. Besos a todas!
Eliminar¡Que bonita entrada! Me encanta como escribes, en serio... ai, es que por un momento me he metido de tal forma en el papel, que parecía que todo lo que describias lo había vivido yo misma. Enhorabuena por el blog de verdad. Te dejo el mio por si quieres pasarte vale? Gracias por dedicarnos esta entrada. Besos desde: http://atadaatimesientolibre.blogspot.com.es/
ResponderEliminarMe ENCANTA TU BLOG !!
ResponderEliminarTe sigo !!
Espero que me sigas besos (L)
http://porelhuecodeunalfiler23.blogspot.com.es/
Te sigoo! Avisame cuando subass aldo maas
ResponderEliminarBuah, increíble, como siempre escribes de forma exquisita, no sé qué otra palabra utilizar para definir lo que siento cuando te leo. Espero con ganas la próxima <3
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