martes, 12 de junio de 2012

En invierno


Me encantaba observar su sonrisa en invierno. Brillaba más que los copos que caían. Y es que en invierno, todo era frío y refugios donde buscar el calor… Pero yo tenía el mejor de todos, te tenía a ti. Tú me obsequiabas constantemente con tus besos, que me daban el calor que el abrigo no conseguía. Sí, en invierno todo eran manos congeladas que, siempre se encariñaban  unas de las otras, cafés en el resguardo del mejor bar de la ciudad y abrazos que esquivaban los copos de nieve sobre nuestro pelo oscuro. Siempre conseguíamos ponerle remedio a cualquier mal que nos pudiera perseguir. Teníamos a un gran aliado a favor nuestro, que se quedó cuidándonos hasta bien entrada la primavera pero, supongo, que se asustó de tanto calor. 

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