Había noches que ni siquiera nos percatábamos del reloj, si no que dejábamos que este durmiera mientras nosotros disfrutábamos de su vida, de su incesante ruido, que marcaba los minutos que quedaban atrás.
Existían de aquella tantas cosas que me robaban la vida, y es que tú, estabas entre esas.
Parecía incluso que no había otra vida independiente a la que hacíamos juntos. No captábamos que en el parque de todos los días, había risas de niños que nos seguían o tampoco que en el bar de siempre, al final del todo, siempre estaban los mismos ancianos hablando. Eran pequeños detalles de la vida del mundo en el que no vivíamos. Nos alimentábamos de besos y, existíamos tan sólo con la luna de fondo. Éramos amantes destinados a no estar aquí.
Lo ves Sarah... mas de lo mismo otra vez pones la piel de gallina con lo que escribes.
ResponderEliminarAcabo de contestarte en mi blog y te escribo que no me digas... eso nunca va a pasar, (lo de escribir un libro).Pues depende de ti, única y exclusivamente de ti y de lo que tu decidas. Tus palabras salen del alma y escribes con corazón y te puedo decir, que lo que dicta el corazón, siempre es certero. Así que mi niña, actúa. Estoy convencida de que eres una persona muy especial, con una sensibilidad apabullante. Claro que nos conoceremos, estás en Ponfe ¿no? Yo a finales de esta semana estoy en León así que hablaremos y mucho! Soy motivadora por naturaleza :) Así que, si me lo permites, te daré un empujoncito!
Un besazo corazón!!
Es precioso tener un mundo aparte...es una suerte!
ResponderEliminarTener un mundo aparte es lo que necesitamos todos, alimentarnos de los pequeños detalles para crecer. Para ser felices. Pero a veces el mínimo detalle no lo vemos, y puede acabar con nosotros.
ResponderEliminarGracias por pasarte y comentar en mi blog.
Un beso :)
Los mundos paralelos me vuelven loca. Me ha encantado, sí señorita(:
ResponderEliminarSolo puedo decirte que estoy completamente enamorada de tus textos
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