lunes, 29 de abril de 2013

NADA



Vacío. Un simple vacío que desgarraba absolutamente todo el ambiente; helaba, me congelaba cada miembro de mi cuerpo, pero ya no sentía nada. Ni siquiera dolor, ni rabia por esa patética situación. Había llegado, al fin, al pico de la montaña, y me sentía tan sola que ya ni me daba lástima. Ahí arriba las lágrimas no llegaban a salir, pues se congelaban antes de que me permitiese hacerlo. Ya no había por qué sufrir, no tenía por qué perseguir más sueños rotos.
En eso se había basado mi vida, en utopías partidas, pedazos de nada; en enamorar a un hombre sin corazón ni aspiraciones, el cual sólo tenía lujuria por dentro, lo demás era necia ausencia.
En ocasiones, le sorprendía con la mirada perdida en la lejanía, como pidiendo a gritos que alguien regresase a su lado y que no se fuese jamás. Nunca osé a preguntarle a quien anhelaba, seguramente por miedo.
Yo le amé de verdad, sin pautas, sin pánico y también sin cursiladas, aunque no recibiese lo mismo. No voy a escribir acerca de como finalizó todo, no me apetece. Simplemente llegó el momento, y las punzadas terribles en el corazón entraron, hasta el punto de no sentir, NADA.

1 comentario:

  1. Olaa! Sé que no me conoces de nada y que nunca tampoco te he comentado, pero me venía a pasarme con la intención de decirte que me he estado leyendo durante un tiempo entradas tuyas y la verdad es que escribes muy bien y que me alegro que vuelvas a escribir ya que has estado una buena temporada sin hacerlo. Besos :)

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