La estupidez eterna

Me hubiera gustado verte una última vez, mirarte a los ojos y decirte cosas que no sé contarle a una carta. Nada salió como queríamos, al menos no como yo lo esperaba, la amargura de este pésimo final.

Te conozco de sobra, y sé que tú orgullo manda en todo, pudo en eso que tuvimos y estará contigo hasta que un buen día decidas madurar.

Creo que ahora soy mucho más dura con la vida que antes, el tiempo me ha enseñado a no perder nunca la esperanza, pero también me dijo que no debía confiar mucho en ella, es cruel y vanidosa, sin apenas conciencia. Me hubiera gustado verte una última vez, mirarte a los ojos y decirte cosas que no sé contarle a una carta. Nada salió como queríamos, al menos no como yo lo esperaba, la amargura de este pésimo final.

Te conozco de sobra, y sé que tú orgullo manda en todo, pudo en eso que tuvimos y estará contigo hasta que un buen día decidas madurar.

Pero todo es más complicado ahora, como actué en un pasado, tendrá su mala recompensa en el mañana, el dolor, las malas caras, los constantes pensamientos, las fotos, y siempre, los recuerdos, sí, eso siempre quedará ahí, la eterna tortura.

Continuamente pienso en lo que nos pasó, medito cada paso en falso, lo que hicimos mal. Cuántas veces me dejaste sola, con el corazón en un puño escuchando esa melodía que me recordaba a ti, las veces que decidí odiarte y seguir yo sola, engañándome.

Si todo este tiempo, hubiera sido lógica, habría caído en la cuenta de que mi devoción por él sólo era una fuente de constante sufrimiento. Quizás, sólo por eso, le quería tanto, por esa estupidez eterna de perseguir a los que nos hacen daño.

Fue mi primer amor, pero sólo eso, el que siempre se recuerda.